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Ahora que muchos estáis de vacaciones, os invito a pisar ermitas. Sí, a subir, a entrar en ellas, y a disfrutar de estos espacios maravillosamente frescos y acogedores, con una escala tan humana y divina al mismo tiempo. Os invito a hacer silencio, a parar un rato para sentir la robustez de los muros, la receptividad de las bóvedas y de los ábsides, la austeridad de las aperturas, la simbología de los frescos, las tallas, las miniaturas... Os propongo también subir a los campanares, a visitar los monasterios, a pasearos por los claustros, a contemplar el paisaje. Cataluña tiene un románico maravilloso que sintoniza mucho con la sensibilidad actual, tan necesitada de lugares puros, no contaminados acústica ni visualmente. Lugares orientados y simbólicos que contienen una sabiduría muy antigua, una senzillez muy potente en cada detalle. Lugares hechos a la medida de una comunidad creyente. Lugares que nos hacen poner de rodillas, como decía Simone Weil. Lugares donde nos sentimos acompañados.

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