Pasar al contenido principal
Por La puntada .

Bajo hacia la Barceloneta ... Está oscureciendo. Ya se nota la humedad en el ambiente ... Una se da cuenta que en estos últimos años el barrio ha cambiado mucho. Es un barrio lleno de contrastes ... Unos yates inmensos en el Port Vell, unos hombres tirados entre cartones en la plaza de la Repla, al lado del mercado ... Tiendas para gourmets y de diseño y pancartas en algunos balcones de vecinos y vecinas comprometidos ... Un barrio trabajador y sencillo, un barrio cerca del mar de gran atractivo turístico ...

Y allí, una puerta en la calle Pescadors. La puerta verde, que decía Juan. Así definía su casa, cuando no era capaz de explicar nada más. Y es que el Sostre (el Techo) es eso también: una puerta que se abre para seis hombres y les proporciona primeramente cobijo, abrigo, unas paredes, calor ...

El Proyecto Sostre nació hace veinte años, fruto de la preocupación de unos jóvenes cristianos del barrio que querían hacer algo para aquellas personas que dormían en la calle, en coches, bancos, en los porches de la playa ... Pensado en Gonzalo, Bartolo, el Capitán ... Acababan de finalizar los Juegos Olímpicos. Barcelona había ofrecido su mejor cara al mundo, pero tenía (y sigue teniendo) sombras, zonas oscuras, grises, a menudo invisibles.

Sin pretensiones, la puerta se abre cada noche de la mano de dos voluntarios y voluntarias de noche. Somos más de cincuenta: hay que cubrir cada noche del año, sí, todas: también los puentes, las vacaciones, los días de Navidad ... La única intención es hacer un poco mejor el día a día de seis hombres. Es su casa. A partir de las 8 de la tarde van llegando. Alrededor de la mesa vamos charlando, jugando al dominó, viendo la tele ... como en cualquier casa. La cena la preparan para ellos vecinas del barrio: son las voluntarias de la cena. Cada noche, les llevan un plato caliente, cocinado especialmente y adaptándose a las necesidades de los usuarios. Es un servicio aún más discreto ... sencillo y precioso. Después de cenar y de darles la medicación, más tele, más conversación, que se alarga un poco si es fin de semana.

Un objetivo: ofrecerles la oportunidad de encontrar un lugar, un espacio para quitarse la coraza con la que deben vivir en la calle. Allí todo les hace vulnerables: la soledad, la bebida, la climatología, la violencia escondida, las miradas acusadoras, el hambre ... El Sostre les permite ir creando hábitos que les permitan pasar a un recurso más estable, definitivo, más digno ...

Sobre todo con el trabajo del educador que viene cada mañana, intentamos que tengan los papeles al día (Cómo no recordar a uno que no existía para ningún registro civil del Estado y a quien tuvieron que atribuir con la ayuda de un forense una fecha de nacimiento y lo declararon barcelonés: ¡la evidencia de su invisibilidad!), que obtengan alguna prestación si tienen derecho a ella, que vayan haciéndose seguimientos médicos, que puedan ir a algún centro a hacer una actividad si su situación se lo permite... Pero más allá de eso, hay una herramienta casi infalible: ¡el cariño! Entre voluntarios, voluntarias y usuarios vamos creando unos vínculos invisibles y fuertes. Tenemos nombre, todos, ellos y nosotros. Establecemos relaciones diferentes con cada uno: "Esta es una pelma, este me engaña, este me cuesta, ya ha venido el sargento" ... Nada de anonimato. Reforzar sus potencialidades, poner algunos límites (no muchos, que dicen que el Sostre se adscribe en los llamados centros de baja exigencia), sonreír, compartir ...

Es así como a lo largo de su historia, el Sostre ha conseguido que una treintena de personas hayan podido dejar las calles. Unos han ido a pisos compartidos, otros en residencias, sea de ancianos, sea de crónicos (y es que la calle y el alcohol son durísimos y dejan huella), algunos han muerto acompañados, uno incluso fue acogido por su familia ... Otros, sin embargo, han decidido volver a la calle ... Es su decisión, fruto de su libertad: quizás tienen poco más que eso: su propia vida.

Además de los voluntarios de noches y de cenas, otros llevan la contabilidad, gestionan los papeles, hacen una hoja de comunicación, cosen la ropa que se ha estropeado, colaboran en el mantenimiento de la casa ... Somos muchos ... Tenemos que ser muchos para garantizar que cada noche se abra la puerta verde, se acojan los seis vecinos; sonreímos, ponemos límites ...

Esta descripción, sin embargo, es incompleta ... No, no es una relación unidireccional ... En lenguaje de consultoría dirían ahora que es una relación win-win: todos ganamos ... Cada persona que ha pasado por Sostre lo verbaliza de una manera propia, pero yo sí puedo ejemplificarlo con mis palabras. A mí, el Sostre me ha cambiado. Fue mi primer lugar de compromiso con el llamado Cuarto Mundo. Una vez implicada, me atreví a acercarme para captar la realidad de los países del Sur ... Y una certeza: aquí o allá, los africanos de Chad que sufren o los sin techo de nuestras ciudades del Norte son fruto de la misma injusticia. ¡La misma! ¡Exactamente igual! Yo sentí la llamada a implicarme aquí ... y me cambió la mirada: descubro cada vez más a "los escondidos", a "los invisibles"; leo los diarios y pongo rostro a los que perciben las PIRMI que que han tenido que sufrir, el mes de agosto, con una medida lamentable, injusta, hecha para la galería; intuyo la presencia del Jesús del Evangelio entre los cartones, haciendo cola para entrar en un comedor; adivino posibles nuevos vecinos del Sostre en la gente que espera que el supermercado al lado de casa cierre para recoger la comida que se ha echado a perder ... Pero sobre todo, me ha cambiado la mirada hacia mi misma. Profundo agradecimiento por saber que lo que vivo es un regalo; reconocimiento de la fragilidad de la situación que puede hacer que un día yo, si pierdo el trabajo,o se rompen mis vínculos familiares y de amistad, pueda caer en una situación parecida ... "Es cuando me sé débil que me sé fuerte", versionando a san Pablo ... Y de esta debilidad y fortaleza al mismo tiempo nace la indignación ante la injusticia de tantas vidas rotas por causas ajenas a ellas ... Nace la esperanza en pequeños proyectos nacidos de esfuerzos, generosidad, deseo de compromiso, y de muchas manos. ¡Es semilla de futuro!

María Antonia Bogónez es voluntaria de Sostre

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.