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Por Josep Gallifa .

El pasado martes en el Aula Magna del Seminario tuvo lugar la lectura de fragmentos de las Confesiones de San Agustín en el marco de la Misión Metrópolis, que se realiza en 12 ciudades europeas, promovida por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. No pretendo resumir ni hacer una crónica del acto, que tuvo muchos elementos destacables, ni tampoco sintetizar la Teología agustiniana. Sólo quisiera compartir què podemos entender que nos dice el San Agustín de las Confesiones al mundo universitario e intelectual de hoy. Es pues sencillamente escribir sobre el sentido que tuvo el acto en el que participamos.

Unas palabras sobre el desarrollo del acto: En primer lugar intervino el Sr. Cardenal y Arzobispo de Barcelona el Dr. Lluís Martínez Sistach, dando la bienvenida, hablando de San Agustín y contextualizando el acto en el contexto de la Misión Metrópolis. El Dr. David Jou realizó las diferentes introducciones a las lecturas del texto agustiniano. La lectura de los textos fue realizada con la magnifica dicción de Ester Romero y Francesc Figueras. Hubo también piezas musicales con música religiosa de compositores catalanes del siglo XX a cargo del pianista Vicenç Prunés, que facilitaban la reflexión entre lectura y lectura. También se iban proyectando en una pantalla algunas fotografías con obras maestras de todos los tiempos sobre San Agustín y con escenarios donde transcurrió su vida. El acto cuidó todos los detalles ... Se repartió también el Evangelio según Marcos editado por la Misión Metrópolis.

Vayamos al contenido: Ante todo decir que ya es bastante significativo que San Agustín (354-430) nos diga cosas que sean relevantes para el mundo de hoy, cuando vivió hace unos 1600 años! Pensémoslo por un momento: Sistemas filosóficos de hace cincuenta o cien años, que parecían definitivos, han quedado bastante obsoletos y parece que ya no conectan con la contemporaneidad. En cambio el texto de San Agustín al que nos referimos da la impresión de que podía haber sido escrito anteayer. Más allá de estar bien escrita (Agustín era maestro de retórica) alguna verdad debe tener esta experiencia interior cuando se nos hace tan comprensible y cercana, no? Vamos a comentar alguno de los aspectos clave:

El punto de partida de San Agustín es creer. Pero no se trata -como expuso el Sr. Cardenal- de una credulidad ciega, sino de la narración de la historia interior de un alma en lucha. Una búsqueda de Dios que se nos hace cercana porque se reproduce en la historia interior de muchas personas. El creer que nos presenta San Agustín no está opuesto al comprender. Nos expuso el Dr. David Jou como hoy el creer y el comprender se consideran antagónicos en lugar de en un diálogo complementario. Entender bien el dinamismo de este diálogo es, para el Dr. Jou, un elemento crucial en el mundo de hoy: En cualquier ciencia se empieza por creer y cuando se va comprendiendo se revisa lo que se cree y así comprender refuerza el creer. La perspectiva de Agustín es "creer para comprender y comprender para creer". Uno no puede ir sin el otro. Por otra parte el camino del creer, parece decirnos Agustín, no está exento de dudas, inquietudes y dificultades, y puede ser, como fue en su caso, una lucha interior.

Un segundo aspecto es hablar con Dios. Una parte significativa de las confesiones son la explicitación de esta experiencia de diálogo. Un diálogo con el Dios Creador, un diálogo que toma forma de diálogo personal. Además de oración esta conversación con Dios es también una búsqueda. Agustín hablaba con Dios, y al principio, inquietado por cuestiones vitales, por su experiencia humana anterior, por sus posturas intelectuales, le parecía que Dios no le acababa de responder. Sus inquietudes no se desvanecían y seguía la lucha interior y esta búsqueda de Dios. Agustín sin embargo no abandonó el diálogo con Dios, siguió hablando con él.

La experiencia central de las Confesiones es la manifestación de Dios. Este Dios al que San Agustín hablaba, en un momento dado respondió. Esta es la experiencia de la conversión. En Milán Agustín oyó una voz de un niño que repetía las palabras: "tolle llege", "toma y lee", y entendió que era una invitación a leer el Evangelio. Lo abrió y leyó una página y fragmento al azar: "Como corresponde a pleno día, obremos dignamente, sin orgías ni borracheras, sin lujurias ni desenfrenos, sin peleas ni envidias. revestíos de Jesucristo, el Señor, y no os preocupéis de satisfacer los deseos terrenales "(Rom 13: 13-14). Las palabras que Agustín leyó se manifestaron en aquel mismo momento en su alma, y ​​de repente todas sus dudas y preocupaciones se desvanecieron. Es la experiencia de la alegría y la satisfacción por la presencia de Dios. Es una cuestión no sólo racional sino de estado emocional. "he encontrado la verdad: la conversión, la alegría, la paz". Dios, a través de su Palabra, se manifestó. El alma cambió: "Y se hizo la luz dentro del corazón y Dios se me manifestó". La luz desvanece la oscuridad. La conversión es pues una nueva manera de entender la Palabra de Dios. Palabra que se manifiesta en el alma y se hace viva y real. El creer se ve reforzado por la comprensión de una experiencia transformadora.

Se trataron en el acto algunas cuestiones más, que expondremos brevemente, como la memoria: "Vos estabais en mí" dice San Agustín haciendo referencia a esta relación íntima con el Dios que se manifiesta también en el alma humana, y que Agustín identifica con el Dios de su recuerdo, inseparable de su autobiografía. El obispo de Hipona experimenta también la necesidad de comunicación y de compartir la experiencia religiosa. Y también como resultado expone la vivencia de la alegría y felicidad y la sensación de reposo del alma, de conexión con la dimensión de la eternidad. San Agustín hizo muchas otras aportaciones a la Teología como se sabe: la comprensión del mal, el Dios Trinitario ... Sin embargo se puede entender su religiosidad a partir de la vivencia de una espiritualidad forjada con el conocimiento y experiencia por un lado, y también por el contraste con posturas intelectuales y espirituales diversas de su tiempo: los gnósticos, los helenistas epicúreos , los maniqueos, los arrianos ... el Dr. Jou expuso cómo esta situación es muy parecida a la que se da en el mundo de hoy, que también tiene esta diversidad de posturas, unas materialistas, otras con sincréticas espiritualidades variadas, otras fundamentadas en religiones diversas. En este contexto del mundo de hoy la búsqueda espiritual de la tradición cristiana, el creer y comprender de San Agustín, se hacen transparentes y razonables.

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