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Tal vez la caída del muro de Berlín en 1989 y la desaparición del bloque comunista hizo teorizar a alguno sobre el fin de la historia. Al eliminarse el conflicto, por la desaparición de un extremo, el otro quedaba triunfador y sin oposición alguna. La historia de lucha y enfrentamiento había acabado, y no quedaba otra cosa que administrar la victoria, sin ningún impedimento. Los Estados, las políticas públicas, la regulación laboral y fiscal se vieron atacadas, porque había triunfado el neoliberalismo.

En 1992 aparece un movimiento que sorprende: Chiapas en México y con él la esperanza de que el grito de los desposeídos había retornado; se volvía a creer que efectivamente la historia no había acabado. Seguía habiendo disfunciones que generaba el propio sistema. El movimiento antiglobalización en Seatle (Estados Unidos), el movimiento del 0’7, de la Deuda Externa, el foro social de Río, ponen de manifiesto la tremenda desigualdad mundial y marcan también grandes hitos de referencia, señalando que no estábamos en el mejor de los mundos.

Estos movimientos utilizan las herramientas y son producto del propio sistema. No hubieran sido posibles sin internet y el correo electrónico, que conecta a miles de personas a lo largo de todo el mundo. Las herramientas que hicieron posible la globalización, dan la posibilidad de que surjan movimientos globales. Por eso cuando se habla de antisistema, no es tal cosa. Es un modo de posicionarse en el sistema. O dicho de otro modo, el sistema genera necesariamente su oposición.

El avance de la tecnología, producto del sistema, posibilita poner en acción ideas nuevas, que no sería posible llevarlas a cabo sin los medios necesarios para su realización. Las ideas pueden estar, el estado de ánimo también, pero si no existen los medios necesarios para ponerlo en acción no pasan de ser unos meros sueños. Por ejemplo, la aparición de la imprenta propició un cambio que culmina en la Revolución Francesa.

La movilización del 15M tiene también unas ideas, un estado de ánimo y una voluntad de cambiar las cosas. Y tiene también unas herramientas que han hecho posible que todo eso se ponga en acción. Gracias a las nuevas tecnologías se ha podido pensar de otro modo; se ha podido idear, por ejemplo, que el modo de decidir y consultar las propuestas puede ser inmediato; y también ha permitido sentir que se está interconectado, una especie de conexión de especie humana como totalidad. Vamos a destacar unas características de estas movilizaciones.

1. Probablamente es la primera movilización que no va contra nada como elemento identificativo. Las anteriores iban o contra el capital, el burgués, el empresario, el varón… Los innumerables papeles, murales y otros escritos variopintos que se pueden leer en cualquier esquina de la Plaza de Solo en cualquier plaza de pueblos o ciudades no llaman a la revolución, ni a tomar el palacio de invierno. Se pide que se hagan mejor las cosas: la política, las finanzas, que se sea responsable en los asuntos públicos. Se pide que se cuente más con las personas a la hora de organizar la vida colectiva, pero no tratan de guillotinar a nadie ni de voltear la situación. Se han tomado las plazas, no el palacio; el espacio ciudadano, no el del poder político o financiero; y se han tomado sin violencia: aposentándose en el territorio público. Tomando lo que es de todos: La calle y la plaza.

2. La pregunta que inquieta a los “grandes observadores de la realidad” es ¿quién lo dirige? Y la respuesta es “nosotros”. No aparece ni persona ni organización que sea portavoz único, que sea el único interlocutor, el único informante. Es una voz plural, anónima. Es asambleario, que no se sabe muy bien qué es eso, pero las decisiones se toman y funciona y cada uno está responsabilizado de su parcela. Aquello de la vanguardia obrera que debía conducir a la masa ignorante, ha quedado olvidado y bien olvidado, porque es una nueva concepción de la tarea política y de la movilización: No hay que ir al paso del más fuerte; hay que ir todos acompasados, que no quiere decir uniformados.

3. Otro elemento a tener en cuenta, y que saca de quicio a analistas y tertulianos varios, es que no se sabe poner nombre a esta movilización. Se preguntan ¿qué es esto? Y como la respuesta no está clara, porque ha surgido sin concepto y sin ninguna preocupación por encontrarlo, genera inseguridad. Desde la perplejidad de los que lo observan se hacen malabarismos, porque quieren reducir a un concepto una realidad tan plural y variopinta: Los más “tdts” los llaman antisistema, o perro-flautas. Otros los ignoran. Y otros, acaso desde la añoranza, los dan nombres caducos, de los que servían para sus tiempos de juventud.

4. El movimiento 15M no utiliza los Medios de comunicación para hacerse oír; al contrario, se alejan de ellos, porque consideran que la información se da sesgada, que una vez puesta en la tele o radio o periódico, no refleja la realidad de lo que está pasando, sino que necesariamente es una información interesada. Probablemente, y es una muestra más de lucidez, es la primera vez que una “movida” de este estilo –o de cualquier otro- no utilice los Medios de comunicación para extender sus mensajes. Han desmentido aquello de “si no sale en la tele no existe”. No los necesitan, porque la comunicación es inmediata. No necesitan a nadie para hacer llegar sus mensajes. Lo hacen con la inmediatez de la luz. Ellos mismos son los propios periodistas y reporteros.

5. La aparición de Facebook y twitter es el hecho que ha posibilitado la convocatoria y la continuidad de estas movilizaciones. Son herramientas que, unidas al dominio del inglés hablado y escrito, posibilitan estar informados en tiempo real de lo que ocurre en la Puerta del Sol, en la Plaza de Cataluña, en Egipto o Islandia. Y además se puede ver, porque se pueden enviar vídeos y fotografías. De ese modo el intercambio es directo; no necesitan al “medio” de comunicación, que esta mediado por el periodista y, además por el grupo editorial que lo sustenta. En consecuencia, los periodistas y las empresas de comunicación se han de resituar en esta nueva cultura de la inmediatez de la información.

6. Otro tanto pasa con “los políticos”. Son otros “mediadores” que hay que poner en su lugar. No pueden ser los que hacen y deshacen. Se reclama una democracia real, y no el resultado de una acción de personas que se han convertido en una especie de casta, alejada de los problemas reales y sometidos a intereses financieros, empresariales, que en muchos casos degeneran en corrupción. La vida social se puede organizar de otra manera; hay posibilidades reales de participar más activamente en la vida colectiva. Y además las acampadas muestran muy a las claras, que si les dejan se puede organizar una acampada como se organiza una ciudad. O al revés.

7. Las herramientas nuevas han dejado al e-mail fuera de juego. ¡Es lento! Con el correo electrónico no se hubiera podido organizar ni sostener las acampadas. Ni que decir tiene, que hubiera sido imposible de toda imposibilidad hacerlo con la convocatoria de octavillas y pasquines. Hoy a través de twitter se convoca inmediatamente y se puede tomar una decisión colectiva alejados en el espacio. Por eso la misma evolución de los recursos hacen que también evolucione la manera de percibir la realidad y el modo de actuar personal y colectivamente.

8. Ha habido muchos comentarios de que los aparatos electrónicos y el uso de internet y todo lo que lleva consigo creaba un tipo de persona aislada, casi autista, metida en su mundo, sin interactuar con sus semejantes. El 15M ha desmentido este juicio. Al contrario, estas herramientas han creado una manera nueva de percibir el mundo: interconectado, plural, variopinto. Y ha generado también la necesaria tolerancia y aceptación, de un modo muy natural, del diferente. Ha posibilitado una conciencia de que todos corremos la misma suerte, y todo desde una convicción profunda de que las cosas se resuelven desde el diálogo y la negociación. No hay conflictos que destacar en las plazas acampadas, a no ser por la intervención de la policía. No hay censura ni enfrentamientos dignos de reseñar originados en la diferencias de opinión.

9. En conclusión, las movilizaciones son propias de este tiempo, porque requieren también una persona que sea capaz de enterarse de lo que se dice con la velocidad que aparecen los mensajes en el twitter. Se requiere un tipo de persona propia de este tiempo con una capacidad de dispersión muy grande, que sea capaz de atender a varias cosas a la vez y enterarse. La anterior generación está educada en la galaxia Gutenberg y necesita papeles y párrafos densos para poder pensar. Esta generación, en cambio, es intuitiva y reacciona a la inmediatez, lo que no quiere decir irreflexivamente. Cualquiera que entrara en la Plaza del Sol, tendría la impresión de entrar en un caos, y sin embargo, para los acampados era su modo de estar, y sabían lo que había que hacer, y había organización y talleres y grupos de trabajo y servicio de orden (que se llamaba comisión de respeto) y todo ello sin grandes programas elaborados.

No sé dónde llegarán las movilizaciones, y casi da igual, pero sí hay algo claro: es propio, específico de esta época, de esta sociedad y de este ser humano. La historia no se ha acabado: la seguimos haciendo…

Hilario Ibáñez

Filósofo y Teólogo

Hilario Ibáñez viu a Madrid i ens ha fet arribar aquesta col·laboració

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