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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa
Los lectores de Catalunya Cristiana saben bien que tú, Viqui Molins, teresiana, has sido investida como doctora honoris causa por la Universidad Ramón Llull el pasado 6 de febrero. Asistí al acto con gran satisfacción por mi parte. No quería perdérmelo. Tres magníficos discursos lo jalonaron. El elogio de méritos a cargo de Òscar Mateos fue espléndido, bien documentado y muy cálido. El cierre, a cargo de Josep Maria Garrell, rector magnífico, fue breve, pero esencial. Alcanzó la medida justa y el contenido preciso. En medio de los dos, tu palabra, Viqui, cautivó al auditorio. Te manejaste con libertad frente al corsé de protocolo sin quebrantarlo. A medida que ibas hablando, pasaban por la moviola de mi recuerdo momentos importantes vividos contigo. Tú, cuando dirigías la editorial STJ, incluiste en su catálogo de ediciones tres libros míos de carácter vivencial. Contigo y con un grupo comprometido de religiosos y religiosas, impulsamos el proyecto social de la asociación Cintra. Tras la muerte del hermano Adrià, con quien compartía esta página, tú pasaste a ocupar este espacio y a publicar tus artículos arrancados de tu experiencia cotidiana en el mundo de la marginación. La cercanía de las dos columnas crea complicidad, aunque los argumentos sean distintos. Siempre he visto en ti a una persona acogedora, intuitiva, amistosa, empática, decidida y vital. Sin aderezos prescindibles. Con fe en Dios y con un profundo sentido comunitario.
La Facultad de Educación Social y Trabajo Social de la URC ha acertado con la propuesta de tu nombre para esta distinción. ¡Felicidades, Viqui, por aceptarla! Sé que no vives esta situación de manera autorreferencial para complacer a tu ego, sino como oportunidad para poner el acento, una vez más, en las personas que sufren. Las tres características que subraya Pagola en la acción profética de Jesús las puedo observar, de algún modo, en tu vida: presencia alternativa a los poderes de este mundo, indignación ante el abuso y el atropello sobre los más débiles, y la esperanza de un mundo más humano y más digno.
Ojalá los estudiantes y los profesores de esta facultad capten tu mensaje. La solución ideológica tiene su atractivo, pero casi siempre intenta resolver un sufrimiento añadiendo otro de no menores proporciones. Fuiste exquisita en distinguir la tarea profesional de tu tarea complementaria. También es bueno que los profesionales recuerden las palabras de León Felipe: «No sabiendo los oficios los haremos con respeto. Para enterrar a los muertos como debemos cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.» Tú vas más allá. Tus tres puntales: el sentido de la compasión, el enamoramiento de Jesús y la amistad con santa Teresa, permiten comprenderte. Nadie te podrá conocer a fondo ignorando las motivaciones que te impulsan a vivir tu vida. Algunos quieren ensalzarte enfrentándote a la Iglesia a la que perteneces. Craso error. Tu autocrítica no está desvinculada del amor y del sentido de pertenencia.
Gracias, Viqui, por ser como eres.
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