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(EA) La primera vez que oí hablar de la Capilla de la Reconciliación del Muro de Berlín (Martin Rauch) fue en una clase de construcción, donde era presentada como un referente de arquitectura ecológica. Que un edificio religioso aparezca en una asignatura que no sea la de historia o composición de la arquitectura ya es todo un éxito pero, además, el contenido teológico del edificio encarna casi al 100% con lo que propone el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si '. Veámoslo brevemente en estos tres ítems:

Una casa común: Como es bien sabido, la palabra "ecumenismo" significa precisamente "casa común". El movimiento ecuménico busca el diálogo entre las diferentes confesiones cristianas y no es casual que el Francisco cite al inicio de la encíclica al patriarca ortodoxo Bartolomé (LS 7,8). El caso de la Capilla de la Reconciliación es similar, desde la comunidad evangélica se ofrece como una casa abierta a todos para la oración y el perdón.

Ecología cultural y urbana: El edificio se inserta en la trama urbana llevando a la memoria el sufrimiento de la ciudad y de la comunidad protestante que perdió su templo en el mismo lugar (la antigua iglesia de la Resurrección fue volada los comunistas porque servía de lugar de paso de un lado al otro del muro). De esta manera se rehacen las relaciones sociales y el espacio se convierte en lugar de encuentro para todos. (LS 143, 148, 151)

Ecología y "transfiguración": El edificio está hecho a partir de una versión moderna de los muros de adobe, reciclando los desechos de ladrillo de la antigua iglesia en el muro autoportante de tierra compactada (LS 21, 26, 180). La comunidad cristiana no desaparece, se transforma sin monumentalismos ni añadidos superficiales.

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