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(EA) Como ya es bien sabido, uno de los grandes críticos al proceso desmesurado de la industrialización es el escritor JRR Tolkien, autor de la trilogía de "El señor de los Anillos" y "El Hobbit". Esta crítica queda patente en la romántica ciudad de los hobbits, una idealización de la vida rural inglesa, donde las viviendas quedan incorporados bajo el manto verde de la topografía de "La Comarca", como muy bien ha sido reproducida en las antípodas de Inglaterra, en Nueva Zelanda. Quizás por eso no es casualidad que también en Nueva Zelanda, muy cerca de "Hobbit-town", haya esta capilla vegetal, hecha con árboles vivos. Se trata de una obra de Barry Cox, que le llevó cuatro años de trabajo, conocida como la "Tree church" (Capilla de árboles). Ciertamente la estética es muy "protestante" o "iconoclasta" en tanto que no hay ninguna imagen y cuesta reconocer este espacio como un lugar de celebrativo en clave cristiana. Seguramente no gustará a los liturgistas, aunque su disposición es muy clásica, pero se le debe reconocer el valor de construir con la vida, como un colaborador de la Creación.

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